En el Aula Magna de la Universitat de Barcelona (UB), este viernes se ha concedido la medalla de oro de la universidad al historiador Hilari Raguer. Raguer (Madrid, 1928) es monje de Montserrat, experto en estudios bíblicos y doctor en Derecho y en Teología, pero su principal especialidad ha sido el estudio de la historia de la Iglesia católica en la Catalunya contemporánea y el estudio del catalanismo en los siglos XIX y XX.

Pagar una deuda

Este reconocimiento no es poca cosa: la academia acostumbra a ser muy reacia a premiar a los que no son de los "suyos", y aunque Hilari Raguer es un destacado historiador, con un currículum apabullante, no está integrado en ninguna universidad y no forma parte de los circuitos académicos. Además, ha cultivado la biografía, un campo en que los historiadores universitarios catalanes no muestran mucho interés. Pero es evidente que Hilari Raguer es, hoy en día, uno de los grandes de la historia de Catalunya. El historiador Joan Villarroya, en el discurso de justificación de la medalla, lo ha calificado de "maestro" y ha apuntado que es "una de las personas que más nos ha enseñado sobre el franquismo". Pero, además, Raguer es un intelectual comprometido con muchas causas sociales. El rector de la UB, Dídac Ramírez, ha destacado la contribución del monje a los estudios históricos, y también "su compromiso social con Catalunya", para concluir: "Estamos haciendo un acto de reconocimiento y de justicia".

Imposición de la Medalla de Oro a Hilari Raguer. © Josep M. Rué - Universitat de Barcelona.

Una vida consagrada a la fe y a la cultura

Raguer se licenció en derecho en 1950 e ingresó en Montserrat en 1954, tras acabar sus estudios. Es doctor en Derecho y en Teología, pero se le conoce básicamente por sus estudios sobre el general católico y republicano Domènec Batet (El general Batet), sobre la Unió Democràtica de Catalunya (La Unió Democràtica de Catalunya y su tiempo, 1931-1939), y sobre el fundador de este partido, Carrasco y Formiguera, ejecutado por los franquistas (Vida y muerte de Manuel Carrasco i Formiguera). A pesar de todo, sus libros que generaron más polémica fueron los referentes a la posición de la Iglesia durante la guerra civil, como La pólvora y el incienso: la Iglesia y la guerra civil, 1936-1939. En estas obras, Raguer denunciaba abiertamente la complicidad del catolicismo en la represión franquista. No es extraño que la censura franquista  impidiera la publicación de sus primeros trabajos en esta línea, porque suponían un ataque en toda regla a uno de los máximos argumentos legitimadores del régimen. Esta posición, honesta y valiente, le ha valido muchas críticas de las jerarquías católicas. Raguer no se ha callado y ha ido más allá; incluso ha cuestionado algunas de las beatificaciones y canonizaciones de víctimas de la guerra civil, alegando que no fueron asesinados por ser mártires de la fe, sino por la complicidad de la Iglesia con los militares rebeldes. Esto le ha convertido en un personaje incómodo en el seno de la iglesia.

Recuerdos de la vieja universidad

Raguer ha querido en su discurso rendir un homenaje a la UB en que estudió, y ha dedicado su charla a explicar anécdotas de su estancia en el edificio de la plaza Universitat, que empezó ahora hace 70 años, cuando los bedeles todavía anunciaban a gritos la llegada del catedrático. El monje ha afirmado sentir "un gran respeto por esta casa", y ha asegurado que a él, en pleno franquismo, le ofreció "espacios de libertad", a pesar del estricto jerarquía imperante. Ahora bien, ha denunciado que era una universidad politizada, bajo el rígido control de los estudiantes falangistas y de las autoridades franquistas. Y ha recordado que el ex ministro Wert hace poco reclamaba una escuela que españolizara a los niños catalanes, pero que "la universidad en que yo estudié era una universidad para españolizar a los jóvenes catalanes". En realidad, en 1951 Raguer fue detenido, durante la huelga de los tranvías, por llevar un manifiesto independentista que él mismo ha calificado de "incendiario". Estuvo siete meses en la prisión, donde se le despertó la vocación religiosa.

Raguer, un referente

Además de los grandes libros que Raguer ha escrito sobre la historia de Catalunya, sus artículos figuran en un gran número de libros colectivos sobre temas referentes a la historia contemporánea de Catalunya. Sólo puntualmente ha dado clases en la universidad, pero sus obras son citadas por todos los historiadores especialistas en la guerra civil y en el papel de la religión en Catalunya. Raguer mantiene una buena amistad, marcada por la admiración mutua, con Paul Preston, el gran hispanista británico. Entre los historiadores, la obra del monje de Montserrat es valorada por su profundidad, por su solidez, y también por su honestidad. Raguer, además, es un gran estudioso de la historia del catolicismo. Fundó la revista Documents d'Església. No ha dudado en hacer aportaciones, en medios católicos, a los grandes debates del catolicismo. Pero también ha querido dejar constancia de su posición sobre los problemas del país y del mundo con numerosos artículos en prensa. Por todas estas contribuciones, en el 2014 recibió la Creu de Sant Jordi.

Un soberanista

Raguer no sólo es un reputado historiador, sino que además es un hombre comprometido con la realidad de su entorno. Uno de sus últimos libros se titulaba, justamente, Ser independentista no és cap pecat y quería ser una réplica a los ataques al soberanismo en términos religiosos, lanzados por algunos sectores del españolismo eclesiástico. En esta obra, justamente, Raguer protestaba por el uso manipulador de la religión en favor del españolismo que hizo el franquismo. Y reivindicaba que desde los inicios del catolicismo siempre ha habido un sólido catalanismo católico. Significativamente, al acto se ha hecho notar ausencia de buena parte del profesorado de Historia de la Universidad de Barcelona y la presencia de gran número de veteranos luchadores antifranquistas (la media de edad era muy elevada; no por casualidad muchos de los presentes conocían la letra del Gaudeamus Igitur). Raguer ha querido acabar su intervención con una proclama política: "A pesar de mis 88 años, todavía espero ver la Universitat de Barcelona convertida en la alma máter de la Catalunya independiente".

 

Fotografía de portada: Hilari Raguer entre el profesor de Història Joan Villaroya y el rector de la UB, Dídac Ramírez.