Ganadora de tres oros olímpicos, Sonja Henie dominó las pistas de patinaje y sedujo las pantallas de cine.

Lo peor de todo (1992), Héroes (1993) o Caídos del cielo (1995) hicieron de Ray Loriga uno de los máximos representantes por estas latitudes de la Generación X literaria. Etiqueta de la que siempre renegó y que, formalmente, empezó a distanciarse a partir de novelas como Trífero (2000).

En Trífero, el escritor madrileño nos introduce en la vida de Saúl Trífero, un personaje misterioso y errabundo que acaba encontrando cierta estabilidad cuando se casa con Lotte, una robusta patinadora noruega que muere en un desgraciado accidente.

Tres son las grandes pasiones deportivas de Ray Loriga: el boxeo, el fútbol y el patinaje artístico, disciplina que practicaba una de sus heroínas particulares: Sonja Henie, figura en que se inspiró para construir al personaje de Lotte.

Sonja Henie nació el 8 de abril de 1912 en Oslo en una familia donde abundaban los deportistas de élite: su padre, Wilhem Henie, no sólo era un próspero empresario sino que había sido campeón del mundo de ciclismo.

No sabía andar que la pequeña Sonja ya mostraba unas habilidades extraordinarias sobre los patines. Campeona de Noruega con sólo once años, con 12 participó en sus primeros Juegos Olímpicos, los de 1924 en Chamonix, Francia. Quedó octava. En 1927 se coronó campeona del mundo (mantendría su hegemonía durante la siguiente década) y el año siguiente conquistó su primer oro en las Olimpiadas de Sankt Moritz 1928. Repetiria medalla en los Juegos de Lake Placid de 1932 y los de 1936 en Garmisch-Partenkirchen.

Su técnica innovadora y su estilo glamuroso no sólo transformaron el patinaje sino que hicieron de Sonja Henie un icono popular. De hecho, en sus apariciones públicas se congregaban tantos admiradores que tenía que ir protegida por policía y seguridad privada.

Acabada su carrera en las pistas de patinaje, Henie dio el salto al cine, protagonizando, con gran éxito, una veintena de producciones de Hollywood. A mediados de los años 60 se le diagnosticó leucemia, enfermedad de que murió el 12 de octubre de 1969. Actualmente, una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood recuerda a la musa de Ray Loriga.