123.000. Esta es la cifra récord de espectadores con sed de electrónica que el Sónar ha conseguido reunir en su edición de este 2017 en Barcelona. Veinticuatro años después de aquel primer acontecimiento en la Sala Apolo, el festival se ha consolidado como un punto de referencia de ámbito internacional, tanto por los artistas como por el público -más de la mitad, extranjeros.

La confluencia de muchos orígenes diferentes en un solo espacio, aquella que suele ser el detonante de las cosas más especiales, se respiraba en la Fira de l'Hospitalet. Personas de 105 países diferentes recorrieron las enormes instalaciones de punta a punta incontables veces cada noche. De un escenario a otro, y a otro, y a otro, persiguiendo artistas y DJs.

Eso sí, para completar la ruta se tenía que contar con un abanico en la mano y alguna parada indispensable en las barras para reponerse de provisiones más a menudo de lo normal. La razón: una ola de calor que ha afectado Barcelona esta semana y, de eso, el oasis Sónar no se ha salvado.

Las altas temperaturas, sin embargo, no hicieron retroceder ni un milímetro la euforia de los asistentes. Seguro que el cartel con nombres como Justice, De La Soul, Eric Prydz o Vitalic ayudó.

De la contundencia al minimalismo

La noche empezó con ritmos más suaves de la mano de los neozelandeses Fat Freddy's Drop y su inigualable fusión de estilos desde el dub hasta el jazz, con el toque reggae siempre presente. Era de agradecer que la actuación fuera programada en el SonarPub, uno de los dos escenarios al aire libre, porque el resto de la noche ya calentaba motores.

El espacio más grande del recinto, el SonarClub, se hizo pequeño de golpe con la actuación de Justice, y no solo por la multitud que reunió. Un espectacular trabajo lumínico hizo que el show del dúo francés se expandiera mucho más allá del escenario, transformando la sala en un envoltorio de su fascinante energía.

Después era el turno de Vitalic y, viendo dónde habían dejado el listón, no era un reto fácil. Sin embargo, se hizo suyo el SonarPub y todos los que estaban allí. La contundencia de su música, producida pensando en grandes espacios, se contagió entre el público en la penúltima franja del Sónar nocturno de este año.

Cerrando la noche, Marco Carola supo acoger a unos espectadores que venían revolucionados y hacer de contrapeso, conduciéndoles hacia sus ritmos más constantes y minimalistas.