El quebequés Nicolas Dickner (1972, Rivière-du-Loup, Quebec) es uno de los más prestigiosos autores canadienses. La editorial vasca Txalaparta ha publicado en castellano su última obra, Seis grados de libertad, una novela donde una trama policíaca se combina con una historia sobre la soledad. Y, sobre todo, expresa la fascinación que le producen a Dickner los contenedores: dicen que durante el tiempo que estuvo preparando la novela llegó a conocer todos los secretos técnicos del transporte con contenedor.

contenedor barco pixabay

Historia de continentes y contenidos

Seis grados de libertad se interroga por los millones de contenedores que van de extremo a extremo del planeta a bordo de barcos, trenes, camiones... De forma misteriosa pasan de un medio de transporte al otro, para acabar en cualquier barrio o en el almacén de alguna empresa. De fuera parecen todos iguales, pero pueden llevar en su interior los objetos más insospechados. De fuera es difícil saber hacia dónde va un determinado contenedor, pero a través de complejos sistemas informáticos son transbordados una y otra vez hasta llegar a su destino final. Eso, si no caen al mar, una cosa que, de vez en cuando, según Dickner, pasa (a pesar de que sólo cuando los contenedores están en la parte exterior del bloque). Un contenedor, en el fondo, es una metáfora del mundo moderno, en el que todos estamos interrelacionados, pero en el que viajamos en compartimentos estancos, muchas veces con el destino al margen de nuestro control.

Almas en busca

Pero al mismo tiempo, Seis grados de libertad es una historia de tres personajes con problemas sociales que buscan su ubicación en el mundo: una chica que no sabe enfrentarse a los problemas de salud de su padre. Un joven canadiense que hace de hacker con agorafobia y con problemas de relaciones sociales que se convierte en un destacado empresario de las nuevas tecnologías en Dinamarca. Una mujer de mediana edad en libertad condicional que hace trabajos para la Policía Montada, pero que ha perdido todos los vínculos con su mundo anterior. Tres personajes en cierta medida perdidos, en busca de un lugar en el mundo. Estos tres individuos están unidos por un solo elemento: un misterioso contenedor que surca los océanos al margen de los controles oficiales, pero que es perseguido por las policías de medio mundo. Nadie sabe qué hay en su interior, pero justamente eso lo vuelve más y más inquietante.

Poco a poco y con buena letra

Dickner no es un hombre que haya publicado muchas novelas: la primera llegó cuando ya tenía 33 años: Nikolski, que según él, le costó cuatro años de trabajo (también lo ha traducido al castellano Txalaparta). Fue un gran éxito. Antes, había escrito cuentos, entre ellos una antología, L'Encyclopédie du petit cercle, que le supuso los primeros premios y que le permitió dedicarse profesionalmente a la escritura. Su segunda novela fue Tarmac (2009). Seis grados de libertad, la tercera, le abrió la puerta, en 2016, al Premio Literario del Gobernador General, el más importante de Canadá. Dickner, además, ha escrito dos novelas con otros autores.

Trama negra, novela compleja

En principio, Seis grados de libertad es una historia con trama de novela negra, que funciona con el nivel de intriga de una obra de espías. El autor va ofreciendo pistas sobre el contenedor perdido que los protagonistas, y al mismo tiempo los lectores, van siguiendo para sacar el quid de la cuestión de la historia. Pero, al mismo tiempo, es más que una historia policíaca. Cuenta con tres personajes con una personalidad muy trabajada, que funcionan muy bien literariamente. Dickner, sin duda, es un autor sólido, que quizás no acabe de satisfacer a los que busquen una novela negra, pero que puede enganchar por completo a aquellos que, a pesar de apreciar la novela negra, buscan una cosa más compleja que esta.