A la misma hora que las organizaciones soberanistas convocaban a sus seguidores en el Parlament para denunciar el encarcelamiento del Govern, en el Espai Cultural Barra de Ferro, dependiente de la escuela de diseño Eina, se presentaba una exposición que parecía pensada para la ocasión: La revolución es una ficción. La ficción es una revolución, una muestra comisariada por Joan M. Minguet, y que se podrá visitar hasta el 25 de noviembre. Con esta exposición se quiere, también, celebrar el 50 aniversario de la escola Eina, una institución que supuso todo una revolución del mundo del diseño en nuestro país.

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La revolución frente a la banalización

La primera parte de la exposición se centra en la ficción derivada de la revolución, y lo hace básicamente a través de la espectacular colección privada del profesor Minguet de materiales sobre la revolución. Se muestra un gran número de piezas, incluyendo carteles, postales y pasquines políticos, que dan la visión más épica de la revolución. Una revolución que es analizada en todas sus vertientes: marxista, sobre todo, pero también anarquista, generacional, sexual, feminista, nacional... Se pasa de la china de Mao a la Rusia de Lenin, pasando por la Catalunya de 1936, por el mayo francés de 1968 o por la revolución mexicana de 1910. Pero esta vertiente mítica, cargada de dramatismo, se complementa con materiales que relativizan mucho el poder de la revolución. Se hace el contraste, sobre todo, a partir de carteles cinematográficos que hablan de la revolución de forma mucho más frívola, o incluso cómica. Es más: incluso se presentan algunos objetos que presentan la revolución como reclamo publicitario (desde cómics hasta un perfume con este nombre), en un intento de resaltar como ha perdido sentido este término. El conjunto se acompaña de frases famosas sobre la revolución.

Respuesta colectiva

Joan M. Minguet ha pedido a 70 artistas (algunos de ellos muy reconocidos, pero otros simples estudiantes) la realización de obras relacionadas con el concepto de revolución, que dialoguen con la primera parte de la exposición. Bajo el título genérico "La ficción es una revolución", los diferentes creadores aportan sus ideas sobre la capacidad revolucionaria del arte. Minguet ha dado un amplio margen a los colaboradores, de tal forma que si bien algunos afirman la validez de la revolución, los otros apuntan que este concepto ha sido pasado. Hay poemas, escritos, pinturas, montajes, vídeos... Una diversidad de miradas que enriquecen el debate. En realidad, el propio Minguet no se muestra mucho concluyente a la hora de evaluar la relación entre ficción y revolución. Afirma de forma contundente que "el arte no ha hecho nunca ninguna revolución", pero al mismo tiempo reconoce que "puede acompañar un proceso de transformación". Algunos de sus colaboradores son mucho más contundentes: "La revolución se hace en la calle, nunca se ha hecho en los despachos de los partidos políticos ni de los directores de los museos".

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Contundencia

Algunos de los textos que se presentan ilustrando los textos, sin firmar (aunque muchos de ellos son de grandes pensadores), son de una gran contundencia. A modo de ejemplo: "De un monarca sólo espero algo bueno cuando le zumba la cabeza por las bofetadas que le dio el pueblo y cuando los cristales de su palacio han sido rotos por la revolución". U otro: "Demasiados egos, demasiada petulancia, demasiado sector. El anonimato es revolucionario".

Un ensayo

La idea es que el conjunto de la exposición constituya un ensayo muy peculiar. Un trabajo hecho desde una querida modestia (no se presenta a un espacio institucional vinculado al mundo del arte, sino en un espacio educativo). El comisario ha querido que hubiera permanentemente ruido de fondo, porque las revoluciones nunca se hacen en silencio. Y ha adoptado un modelo expositivo muy sobrio, de corte revolucionario: nada está enmarcado, no hay cartelas... Y las frases, obviamente, no están firmadas; la consigna es clara: "El anonimato es revolucionario".

El inexorable presente

Cuando se programó esta exposición no se esperaba que coincidiera con un periodo político tan agitado, pero al fin las imágenes de la revolución china y de las colectivizaciones anarquistas de 1936 de Barcelona han acabado compartiendo exposición con imágenes mucho más actuales, incorporadas por los colaboradores de la exposición. Y la papeleta del 1 de octubre hace su aparición en la exposición, junto a una monumental imagen de los fascistas que intentaron arrancar la pancarta "Més democràcia" de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona. Y también, inevitablemente, está presente Rajoy. Y un eslogan: "Todo el poder para los CDRs". La revolución no sólo está en las paredes del Espai Barra de Ferro, estos días. La revolución está en la calle.

Bajo los adoquines, la playa

La revolución es una ficción. La ficción es una revolución es una exposición de pequeño formato y sin piezas únicas. Pero cuenta con unos materiales vistosos, un discurso muy coherente y un modelo expositivo muy efectivo. Uno de los grandes aciertos es plantearse de forma muy abierta, sin una conclusión indiscutible. Una magnífica exposición para explorar las peligrosas relaciones entre revolución y ficción en el momento más oportuno.