El filósofo marxista francés Alain Badiou, discípulo de Althusser, dictó un seminario especial tras los atentados de París de noviembre de 2015. Badiou compartía el horror de sus compatriotas, pero pedía interpretar estos atentados desde el largo plazo con el fin de ver sus orígenes y ponerles remedio. Ahora, la editorial Clave Intelectual, especializada en publicar ensayos para repensar el mundo moderno, edita en castellano aquel seminario con el título Nuestro mal viene de más lejos. La edición de esta obrita ha coincidido con los atentados de las Rambles y puede servir para una relectura de estos hechos.

Sin prisas

Baidou advierte que, ante un hecho de estas características no se puede reaccionar en caliente, porque se corre el riesgo de tomar decisiones que más tarde se lamenten. No se puede conceder poderes excepcionales al Estado, ni se puede proceder a un repliegue identitario de "nosotros" frente "a los otros". El filósofo francés recuerda, por ejemplo, que la conmoción que acompañó los atentados de París (y el de Barcelona, podríamos añadir) no se repite cuando las víctimas están en Iraq, en Paquistán o en Nigeria, porque no hay una clara identificación con ellas. Para Baidou tampoco es procedente pensar en base a la venganza, como es frecuente,sino que hay que posicionarse siempre en términos de justicia. Apunta que las reacciones desmesuradas son, precisamente, lo que persiguen los terroristas.

Desde la racionalidad

Frente a los discursos fáciles que nos hablan del "absurdo" de los atentados, Baidou parte de un principio completamente diferente: "nada de lo que hacen los hombres es ininteligible". Y al analizar los atentados de París, y otros que se producen en otras partes del mundo, Badiou los considera síntomas de una grave enfermedad que experimenta el mundo contemporáneo. Un mundo caracterizado, según este filósofo marxista, por la implantación de un capitalismo mundializado, que actúa de forma imperialista, y la debilidad creciente de los Estados. Eso provoca efectos muy negativos sobre las poblaciones, especialmente en determinadas zonas del Planeta, de tal forma que estas no se pueden sentir identificadas con los valores de Occidente (en realidad, mucha gente no puede ni producir, por falta de trabajo, ni consumir, por falta de trabajo).

Subjetividades reactivas

Badiou afirma que el mundo contemporáneo induce varias subjetividades: la de Occidente (la de los "pequeños privilegiados del sistema"), la del deseo de Occidente (la de los desposeídos que quieren vivir como los occidentales) y la "nihilista" (la de los que, irritados por su desposesión, buscan revancha). Esta última subjetividad Badiou la asimila directamente al fascismo (con el "gangsterismo criminal", como también lo llama). Y afirma que estos grupos no tienen un programa alternativo al capitalismo, y por lo tanto siguen siendo tributarios de este. Para Badiou, el Daesh es "una firma comercial que vende petróleo, obras de arte, algodón, armas y pilas de cosas. Y sus mercenarios son, de hecho, asalariados, con algunos privilegios suplementarios debidos al saqueo y a la reducción a la esclavitud de los cautivos y cautivas". Badiou afirma que la sola solución para evitar estas pulsiones nihilistas, que cautivan tanto a algunos jóvenes, sería implantar en el mundo otra estructura socio-económica que no genere tantas tensiones.

La victoria del capital

Badiou reivindica la vigencia del comunismo. Afirma que los problemas del mundo moderno se deben a la victoria del capital en la lucha de clases. En este libreto, Badiou no va mucho más allá sobre la relación entre el terrorismo y el mundo moderno, pero aporta una idea bastante interesante: que los terroristas no son la antítesis de Occidente, no son unos bárbaros que se enfrentan a "la" civilización, sino que el surgimiento de grupos "fascistas" es una consecuencia directa del mundo en que vivimos... Badiou no justifica este "fascismo": lo califica directamente de horror. Pero argumenta que mientras el mundo mantenga este modelo profundamente injusto habrá nihilismos destructivos. Los cambios, para Badiou, son imprescindibles. Ahora bien, Badiou argumenta que el nuevo modelo no tendrá que surgir sólo de la cultura occidental, sino que tendrá que recibir aportaciones de todo el mundo. Hace falta, para Badiou, "una irrigación de pensamiento nuevo" para romper la fascistización. Una obra que dejo muchos interrogantes abiertos, pero que nos obliga a pensar en un mundo mejor.