Hasta medio millón de euros tendrá que pagar Facebook (o cualquier otra red social) por cada mensaje de odio o mentira disfrazada como noticia que no borre en las 24 horas que sigan a la denuncia de estos contenidos. Esta es la idea que barajan los presidentes del grupos parlamentarios del gobierno alemán, el democristiano Volker Cauder y el socialdemócrata Thomas Oppermann. Los dos partidos disponen de amplia mayoría en el Parlamento alemán (Bundestag) y quieren aprobar una ley en este sentido a principios del 2017.

"En Facebook no han sabido encargarse por sí mismos de regular la gestión de reclamaciones", ha explicado Oppermann al semanario Der Spiegel. "Así pues, las plataformas que dominan el mercado, como Facebook, estarán obligadas por ley a establecer en Alemania una oficina de quejas, disponible las 24 horas del día, 365 días del año", que evite tener que gestionarlas a través de la central de Facebook en Irlanda.

La razón de todo, de la ley y de las elevadas multas, es escarmentar en las elecciones de los EE.UU., donde el desparramamiento vía redes sociales de falsedades vestidas de noticias ha sido un factor en la victoria de Donald Trump. Por ejemplo, que el papa Francisco daba apoyo a Trump o que Hillary Clinton dirigía una red de pederastia desde el sótano de una pizzería, cuento que difundió, entre otros, el hijo del consejero de Seguridad Nacional del futuro presidente.

La mano de Rusia

Algunas de estas operaciones se atribuyen a grupos de intoxicadores patrocinados por el gobierno del presidente ruso Vladímir Putin. Estos hackers fabrican contenidos que los algoritmos de Facebook identifican como muy rentables (se comparten mucho), y los promocionan entre los usuarios.

El servicios secretos de los EE.UU. han advertido a algunos gobiernos de países (Francia, Alemania) que celebran elecciones en el 2017 que Rusia tratará de influir en la opinión pública de la misma forma. Las elecciones legislativas alemanas se celebrarán entre septiembre y octubre del año que viene.

No es broma. Un estudio revela que las 20 noticias falsas más leídas sobre la campaña electorales norteamericana superaron la audiencia de las 20 noticias legítimas más leídas.

La red social se ha apresurado a descalificar que las mentiras difundidas como noticias hayan influido tan decisivamente en las elecciones. Facebook tiene cerca de 25 millones de usuarios en Alemania, el 73,5% de los cuales consulta el servicio más de una vez al día. Eso más que duplica los usuarios y la frecuencia de uso de cualquier otra red social.

El pasado viernes 16, la empresa trompeteó que se asociaría con webs especializadas en verificación de datos como Snopes o Factcheck.org para que les ayuden a eliminar estos contenidos tóxicos. La red social también ha puesto más fácil a los usuarios que puedan informar de este tipo de contenidos y marcar otros como sospechosos y que estas advertencias aparezcan a los otros usuarios. El gobierno alemán, sin embargo, se fía.

¿Es Facebook un medio?

El ministro de Justicia alemán, el socialdemócrata Heiko Maas, ha declarado al diario Süddeutsche Zeitung, que el gobierno establecerá "consecuencias legales" si Facebook no se esfuerza en eliminar los mensajes de odio y las falsedades. Ahora mismo, a duras penas la mitad de los comentarios con contenido punible son borrados, se ha quejado Maas este lunes. "Esperamos claras mejoras en la práctica de Facebook según los estándares que marca la ley alemana", ha remachado.

Maas alude a la regulación del libelo y la privacidad de las personas de injurias y calumnias que afecta a los medios de comunicación.

Justamente este es el problema. Facebook rechaza sistemáticamente ser calificado como medio de comunicación, aunque a veces actúa como un editor de contenidos. La red social se describe como una plataforma tecnológica al servicio de todo tipo de usuarios y no una empresa de contenidos.

Así opina también la Federación de Editores de Diarios de Alemania, aunque por otros motivos. Si Facebook se considera un medio, tendría que aplicar la regulación del sector pero también se le abriría la puerta a beneficiarse de los recursos públicos (ayudas, publicidad oficial) y privilegios legales de las que disfrutan los medios tradicionales. Estos no quieren dar ni agua a un competidor que ya acumula la mayor parte de la inversión publicitaria digital.

Debate fuerte

El debate de la ley que promueven SPD y CDU no será muy tranquilo. Hay un conflicto de fondo entre libertad y seguridad que deberán equilibrar. Además, se trata de fenómenos muy nuevos (redes sociales, viralidad, algoritmos, robots...) sobre los que hay poca experiencia y sobre los que no es fácil aplicar los principios éticos y legales ya incorporados en otros ámbitos de la vida.

Así, mientras, en general, el mundo académico insiste en la necesidad de nuevos instrumentos legales para contener la difusión de contenidos tóxicos, los grupos de derechos humanos y las organizaciones profesionales ven en estas iniciativas peligro de censura y limitación a la libertad de expresión.

Los favorables a regular aducen casos como la mala información sobre vacunas, que puede tener consecuencias muy serias. Los reticentes, en cambio, preguntan quién y con qué criterios determina un contenido como peligroso y temen la arbitrariedad del poder político y la administración pública y la lentitud del sistema judicial.

Otro de los enredos que afectan a este debate es que la Unión Europea no reconoce el problema y el vacío legal en la práctica que existe respecto a estos casos. La Comisión Europea insiste en que hay que seguir la regulación sobre comercio digital, normativa aprobada el año 2000, cuando ni Facebook ni ninguna otra red social existían.