El Año Casas, que conmemora los 150 años del nacimiento del pintor modernista Ramon Casas, reservaba su plato fuerte para el final. El Museu de Maricel de Sitges acogerá, a partir de este miércoles, Ramon Casas. La modernidad anhelada, la exposición que según Vinyet Panyella, comisaria del Año Casas, es el acto central de esta efeméride. Esta exposición ha sido posible mediante una alianza entre Museus de Sitges, el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) y La Caixa, y ha contado con el apoyo de la Generalitat, de la Diputació de Barcelona y del Ayuntamiento de Sitges, así como de varios particulares e instituciones públicas que han prestado sus piezas para la exposición. La muestra, que ha sido comisariada por Ignasi Domènech y Francesc Quílez, cuenta con 178 obras, entre piezas de Ramon Casas y obras de otros autores que dialogan con las suyas. El precio de la entrada combinada, a la exposición y al Cau Ferrat, es de 10 €. Esta exposición, con algunas variantes, se presentará en 2017 en el CaixaForum Madrid y en el CaixaForum Palma.

Más allá de la panorámica

La modernidad anhelada no pretende ser una exposición antológica en que se muestren las obras emblemáticas del autor, sino que busca, más bien, ser una exposición "de tesis", en la que se expliquen cosas nuevas sobre la obra de Casas. Ignasi Domènech afirma que "Casas, como todos los grandes artistas, no está todavía agotado", y ha afirmado que todavía quedan muchas cosas que decir sobre él. Una de las aportaciones de la exposición es un juego de espejos, en qué se analiza la obra de Casas en base a los artistas que lo han influido (desde los cartelistas franceses hasta Sorolla, pasando por los primeros fotoperiodistas); pero al mismo tiempo se analiza cómo la obra de Casas acaba por influir sobre otros creadores, como el mismo Picasso o el uruguayo Torres García. Un proceso muy interesante; el único problema es que no siempre las analogías e influencias están lo bastante bien indicadas para que sean fácilmente comprensibles para el público no entendido.

Ramon Casas. La modernidad anhelada. En primer plano, dos retratos de Júlia, la amante de Casas. Fotografía: ACN.

Moderno, pero no tanto

Francesc Quílez afirma que el título de la exposición procede de la modernidad "inacabada" de Casas. Quílez opina que Casas (1866-1932), que asumió las corrientes más adelantadas de la pintura del momento cuando es joven, tuvo su periodo más renovador cuando exponía en los Quatre Gats. Casas a menudo es presentado como un símbolo de la modernidad, pero Quílez no está completamente de acuerdo con eso. Es cierto que Casas innovó mucho, sobre todo a partir de lo que aprendió en Francia, y también es cierto que ofreció una visión diferente del mundo: era un amante de la velocidad y de las máquinas, recibió influencias de la fotografía, dibujó a unas mujeres modernas, lectoras, fumadoras... En la exposición se presenta, por ejemplo, un retrato de Casas y Rusiñol firmado por ambos, un hecho muy moderno, que cuestiona incluso la autoría del artista. Pero el comisario de la exposición advierte que esta modernidad "no "culmina" porque a partir de 1910 Casas "se convirtió en más estereotipado, más convencional, más conformista...". Quílez lo atribuye a que el público catalán era poco receptivo a las obras muy innovadoras.

Cinco ámbitos

La exposición se articula en cinco ámbitos. El primero, "La construcción de una identidad artística", explora los fundamentos de la obra artística de Casas, y se fija especialmente en su tiempo de formación en París. A partir de aquí expone algunos de sus cuadros tempranos al lado de obras de los artistas que lo influyeron (aquí encontraremos desde los retratos de personajes barceloneses que se conservan en el MNAC hasta un Tolouse-Lautrec de un estilo que influyó en Casas). El segundo ámbito, "La poética de la multitud", gira entorno a las pinturas de crónica social de Casas (quizás las menos estudiadas). Y analiza cómo, en la visión muy moderna de Casas, el individuo acaba fundiéndose en la masa: aquí se nos muestran cuadros tan destacados como "Salida de la Procesión de Corpus de la Iglesia de Santa Maria" o un esbozo del famoso "Garrote vil"); estos cuadros dialogan con fotografías de grandes fotógrafos catalanes de la época como Frederic Ballell.

Un moderno más bien tradicional

El tercer ámbito de la exposición explora la obsesión de Casas por aspectos muy tradicionales de la cultura española, que sorprenden en un individuo tan moderno. El pintor estaba fascinado por las majas (incluso retrató en varias ocasiones a su amante, Júlia Peraire, vestida de chula). También tenía mucha afición por el circo y, como tanta gente de su época, iba muy a menudo a los toros. En este apartado hay cuadros como "Plaza de toros", pero también el emblemático cartel de Casas para el Anís del Mono o retratos de majas como "El pañuelo azul".

La fascinación por la bohemia

En el cuarto ámbito se explora la relación entre Casas y otros artistas de su generación con la bohemia, y sobre todo con la bohemia parisina. Casas era de familia acomodada, y nunca sufrió las privaciones que sufrieron otros artistas, pero a pesar de todo, durante su estancia en París, entró en contacto con un mundo en que los artistas catalanes, a menudo sin ni cinco, entraban en contacto con prostitutas, bailarinas, jugadores y delincuentes. De este periodo se presenta, por ejemplo, una obra emblemática de Casas, el "Baile en el Moulin de la Galette", que dialoga con obras de otros artistas catalanes que también pasaron por París, como Rusiñol; además, aquí se nos recuerda la afición de Casas y su grupo por las aficiones populares (el circo, las títeres, los disfraces...).

Mujeres, mujeres, mujeres

El último ámbito de la exposición es el reservado a la mujer, un tema recurrente en la obra de Casas. Aquí se nos muestra la ambivalencia de la modernidad de Casas. Mientras en algunos casos nos retrata a una mujer sofisticada, elegante y refinada desde un punto de vista bastante conservador, en otros nos presenta a un modelo de mujer emancipada, activa, que lee, que fuma y que toma la iniciativa. Y la exposición se cierra con una muestra de los desnudos de Casas, donde el artista se libró de los convencionalismos formales y realizó algunas de sus obras más imaginativas.

El Casas más desconocido

Los comisarios de la exposición han hecho una obra de investigación en profundidad sobre la obra de Casas, y han conseguido que se expongan cuatro obras del artista modernista que nunca se había mostrado en público: un cuadro de un patio interior parisino, un juego de cartas diseñado por Casas que nunca se llegó a editar, unos carteles con escenas de circo (que habían sido publicados en la revista Pèl i Ploma) y un cuadro de una plaza de toros. Ignasi Domènech, a pesar de todo, asegura que probablemente quedan muchas obras de Casas en que nunca se han llegado a exponer, porque fue un pintor muy prolífico.

Imprescindible

Los interesados por el modernismo tienen una cita ineludible con Ramon Casas. La modernidad anhelada. La exposición nos ofrece una visión diferente y diversa de la obra del autor. Un repaso muy interesante de elementos clave de su obra con una mirada inteligente y sugerente. Y eso en un marco incomparable, el Museo de Maricel, remodelado por el artista Miquel Utrillo con la colaboración de reconocidos artistas y artesanos (incluso tiene unas pinturas de Sert en el interior). Un edificio donde se condensa toda la atmósfera del modernismo en un marco impresionante junto al mar. Una ocasión magnífica, además, para que los visitantes se reencuentren con Sitges, una localidad que vale la pena visitar de vez en cuando.