Hoy Juan Carlos I se ha quedado sin plaza en Barcelona. Las placas dedicadas al rey emérito ya se han retirado y a partir de ahora este espacio se denominará oficialmente "Cinc d'Oros", el nombre por el que ya es conocido por muchos vecinos. De esta forma, el equipo dirigido por Ada Colau quiere dejar bien claro su distanciamiento hacia la monarquía. Sintomáticamente, el alcalde de Santiago de Compostela, Martiño Noriega, ha querido estar presente en el acto. En el marco de este acontecimiento también se ha colocado en los Jardinets de Gràcia una placa en que se explica la historia del Cinc d'Oros.

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El teniente de alcalde Gerardo Pisarello, el Comisionado de Programas de la Memoria Ricard Vinyes y el alcalde de Santiago, Martiño Noriega, contemplan la placa sobre la historia del Cinc d'Oros. Foto: Twitter del Ajuntament de Barcelona.

Fiesta y reivindicación

El tono dominante del acto ha sido el festivo. Sin embargo no han faltado los parlamentos. Maria Salvo, de la Asociación Dones del 36, ha abierto el acto, pero también han participado diferentes cargos del consistorio. Pero Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde, que ha cerrado los parlamentos, ha recordado que hoy debe ser, especialmente, un día festivo, porque "la República es alegría, porque es la esperanza de que se puede construir un mundo contra el privilegio". Pisarello ha recordado la Primera y la Segunda República y las figuras de Macià y Companys y ha querido recordar la riqueza de la diversidad del republicanismo. Pisarello, pese a todo, ha asegurado que el republicanismo no se acaba en el siglo XX, sinó que se debe inventar un republicanismo del siglo XXI, "por nuestros hijos" (un republicanismo que debería construirse "sin pedir permiso a nadie" y, obviamente, "sin monarquía"). Pero lo que ha dominado ha sido la fiesta, con gigantes, castellers y actuaciones musicales de Quico Pi de la Serra y Joan Pau Cumellas. "Nos alegran el barrio", ha dicho, sencillamente, una vecina de mediana edad que pasaba por el lugar cuando se ha enterado que habían cambiado el nombre a la plaza. La fiesta continuará esta noche en Nou Barris con una butifarrada enmarcada en las fiestas de la llamada "primavera republicana".

Las quejas

Alberto Fernández Díaz, presidente del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, cuando se acordó el cambio de nombre, criticó la decisión del equipo municipal argumentando: "La extrema izquierda, el independentismo y los republicanos coinciden en despreciar el papel que tuvo el Rey en la recuperación de nuestra democracia y los valores de convivencia y concordia de todos los españoles".

El Cinc d'Oros

Cuando se urbanizó el Eixample, en la confluencia de la Diagonal con el Passeig de Gràcia quedó un espacio vacío, que en sí no es una plaza, sino una simple confluencia de calles. De hecho, esta "plaza" no tiene ningún vecino: ningún edificio tiene numeración aquí. A principios de siglo XX en la confluencia de la Diagonal con el Passeig de Gràcia colocaron cuatro círculos en torno a una plaza central. La gente, irónica, empezó a denominarlo el "Cinc d'Oros" por su similitud con esta carta de la baraja (que dio nombre incluso a una célebre librería que estaba en la Diagonal, no muy lejos del obelisco). Cuando llegó la República fue denominada Plaza de Pi i Margall (por primera vez tenía un nombre oficial). En octubre de 1936 se inauguró un gran obelisco presidido por la estatua de la República, obra de Josep Viladomat. La gente, a partir de este momento, llamaría también a este espacio "El lápiz". Cuando llegó el franquismo el lugaro pasó a nombrarse "plaza de la Victoria". Se retiró la estatua de Viladomat, pero se mantuvo el monolito. Se grabaron algunos eslóganes franquistas, como «A los heroicos soldados de España que la liberaron de la tiranía rojo-separatista. La ciudad agradecida». En la base del el obelisco se colocó una estatua alusiva a la Victoria franquista, obra de Frederic Marés. Durante algún tiempo también lució en su cima un águila de resonancias nazis (conocida como "el loro" por los vecinos de Gràcia), pero tras la derrota de Hitler fue retirada. En 1981 se decidió cambiar el nombre de la plaza, y fue entonces cuando se le puso el nombre de Juan Carlos I (era tras el 23-F, los momentos de máxima popularidad de la monarquía). A pesar de la transición, el monumento a la Victoria de Marés se mantuvo en el centro de la ciudad hasta 2011. La figura de la República no se recolocó en el Cinc d'Oros, sino en un lugar más alejado del centro, más discreto: en Nou Barris, en la nueva plaza de la República. La figura de la Victoria fue exhibida en 2016 en el Born, junto a una escultura ecuestre de Franco hecha por Viladomat (el mismo que había hecho el monumento a la República del Cinc d'Oros), en recuerdo de la complicidad del mundo del arte catalán con la dictadura. La estatua ecuestre de Franco fue tirada al suelo por ciudadanos indignados. La Victoria, que había estado a los pies del obelisco, retornó a los almacenes municipales.

Temas pendientes

El Ayuntamiento está actuando decididamente en el ámbito del nomenclátor. Ayer mismo la plaza de la Hispanidad, del Eixample, perdió su nombre y se convirtió en Pablo Neruda. Pero quedan denominaciones polémicas. En primer lugar, los Borbones tienen varias vías más, que Esquerra Republicana reclama que cambien de nombre, con el objetivo de "desborbonizar" el nomenclátor. Entre ellas hay el paseo Joan de Borbó, en la Barceloneta, y la avenida Maria Cristina, en Montjuïc. Un caso especialmente sangrante es el de la calle Sant Domènec del Call, que recibe este nombre en homenaje a Santo Domingo, porque el día de Santo Domingo, espoleados por los dominicos, los barceloneses asaltaron el barrio judío y organizaron un pógrom. Algunas asociaciones latinoamericanas reclaman también que se retire el nombre de las calles dedicadas a colonizadores de América (y también el monumento a Colón). También hay varias calles dedicadas a los sanguinarios colonizadores de Marruecos: la calle Fernando Primo de Rivera (en Pedralbes), la calle Tinent Flomesta (en Sants), la Capitán Arenas (en Pedralbes), la Comandante Benítez (en las Corts), la González Tablas (en la Zona Universitaria) o la General Vives (en Sarrià). Joan Prim, protagonista de numerosas barbaridades bélicas en Catalunya, Puerto Rico, México y Marruecos, tiene una rambla, un pasaje, una plaza y un monumento. Hay un destacado sacerdote franquista que tiene una calle en la Trinitat: el Padre Pérez del Pulgar, y también lo tiene uno de los tres fundadores de la Falange, el Aviador Ruiz de Alda. También hay una vía dedicada, en la Marina del Port, al Aviador Franco, el hermano del dictador que participó en los bombardeos en Barcelona.

La esclavitud y Antonio López

Pero en estos momentos el caso más candente es el de la plaza Antonio López, porque este empresario era un reconocido negrero. Tiene una plaza delante de Correos, presidida por un monumento dedicado a él. Fue destruida por los anarquistas el 18 de julio de 1936, pero fue reconstruida. Parece ser que se quiere actuar pronto sobre esta designación. Por otra parte, también dos notables negreros, Josep Xifré y Miquel Biada, tienen nombres destacados en Barcelona.

Minimizar molestias a los vecinos

El Ayuntamiento intenta evitar un número de cambios de nombre de calle excesivos, porque estos suponen molestias y gastos, no sólo para el Ayuntamiento, sino también para los particulares: hay que modificar todos los documentos del registro de propiedad, pero también el material corporativo, la propaganda... Todas las sugerencias de cambio de nombre pasan por la Ponencia del Nomenclátor, el organismo de asesoramiento técnico del mismo Ayuntamiento. Este organismo consultivo valora la conveniencia del cambio, la oportunidad de la sustitución, el futuro nombre y, también, el coste de la operación, tanto para el Ayuntamiento como para los particulares. Si durante la transición la Ponencia dio luz verde a un gran cambio de nombres, ahora su posición es más restrictiva. El Ayuntamiento prioriza también la perspectiva de género: hoy por hoy sólo el 7,5% de los personajes que tienen una calle dedicada a Barcelona son hombres. Se intenta que cuando se escogen nuevos nombres de calles, estos correspondan a personajes femeninos.

¿Cambios de nombre o reinterpretaciones?

Si hasta hace unos años la mayoría de los políticos e historiadores eran partidarios de borrar todos los nombres de calles vinculadas con el pasado más vergonzante (dictaduras, fascismo, esclavitud...) en los últimos tiempos cada vez son más las voces que se inclinan por la reinterpretación. Alegan que borrar los nombres es, en cierta medida, un intento de borrar una historia que resulta incómoda. Algunos destacados historiadores, como Paul Preston, apuntan que lo que hace falta es presentar la historia al completo, incluso con los episodios más desagradables. Ahora bien, apuntan que no se pueden exaltar determinados episodios, y que por lo tanto deberían contextualizarse los hechos y personajes, por ejemplo, colocando placas explicativas. De la misma forma no consideran adecuado retirar monumentos y guardarlos en las oscuridades de los almacenes municipales, sino que apuntan que habría que reinterpretarlos, de tal forma que la persona que lo vea sea consciente de la dimensión negativa de aquel personaje o hecho. Esta es actualmente la tendencia mayoritaria entre los especialistas en el campo de la memoria, como los que están incluidos en el Observatorio Europeo de la Memoria. También el Comisionado de Programas de la Memoria del Ayuntamiento, el historiador Ricard Vinyes, tiene tendencia a sumarse a esta corriente.