La editorial Pagès, que ha publicado varias obras reivindicando el legado del escritor Jesús Moncada, publica ahora Jesús Moncada, mosaic de vida, de Marc Biosca, una biografía muy esperada, porque Moncada fue un escritor extremadamente discreto, y lo que se sabe de su vida es más bien escaso. El autor de Camí de sirga era un hombre que rechazó las tribunas de los medios de comunicación (aunque nunca le sobró el dinero). También declinó participar en ningún premio e incluso rehusó la posibilidad de integrarse en jurados. Dio entrevistas y ruedas de prensa con cuentagotas. Y no participó en los habituales encuentros de escritores ni se integró en la Sección Filológica del Institut d'Estudis Catalans. Sólo sus próximos podían presumir de conocer al escritor de Mequinensa.

Desde la discreción

Jesús Moncada (Mequinensa, la Franja, 1941 - Barcelona, 2005) tuvo una vida con pocas estridencias. Tras pasar un breve tiempo como maestro en su pueblo, fue a Barcelona con la intención de dedicarse a la pintura. Durante mucho tiempo trabajó en tareas editoriales de corrección, traducción, revisión... A partir de 1971 empezó a publicar algunos cuentos, pero el salto a la fama lo dio con la publicación de su primera novela. Camino de sirga (1988). A partir de entonces vería su valor literario reconocido e iría acumulando premios. Con el tiempo, se convirtió en uno de los autores catalanes más traducidos. Murió de un cáncer. Aunque la crítica lo ha reconocido como uno de los autores catalanes más brillantes del siglo XX, nunca tuvo grandes éxitos de ventas.

El hombre que venía de la Franja

La biografía de Marc Biosca nos explica el recorrido de este escritor catalanohablante que venía de la Franja de Ponent. Un hombre que en el pueblo usaba de forma cotidiana el catalán (al que llamaban xapurreat), pero que no tuvo ningún contacto con el catalán literario hasta mucho más tarde. Él afirma que de pequeño siempre leyó en castellano, hasta que en un viaje a Lleida entró en una librería de viejo y compró un montón de libros en catalán. Sus primeros textos suyos, sobre todo poemas, los escribió en castellano. Cuando se instaló en Barcelona en los años sesenta ya venía decidido a escribir en catalán. Pero el catalán que hablaba Moncada era muy diferente del que usaba el mundo literario barcelonés. Biosca explica que fue Pere Calders, compañero de trabajo de Moncada en la editorial Montaner i Simón, quien lo animó a escribir en su catalán natal, tan característico. Lo hizo sin prisas, pero con gran precisión. Moncada sería el gran difusor de la literatura catalana en la Franja; mucha gente de la zona empezó a leer en catalán a partir, justamente, de la popularización de Moncada. Y este escritor, tan reacio a los actos públicos, participó en una campaña en la Franja promoviendo su literatura entre los jóvenes de la zona. Moncada, que se había formado en castellano, había estudiado en Zaragoza y apreciaba mucho la literatura española (a pesar de ser independentista), por lo que siempre se sintió dolido del poco éxito que tuvieron sus traducciones al castellano. De forma muy tardía, en el 2004, obtuvo el Premio de Honor de las Letras Aragonesas, un galardón que apreció especialmente porque lo compensaba de los años de olvido y de marginalización y permitía visibilizar el papel del catalán en la Franja. También se sentía muy satisfecho que sus obras se hubieran traducido al aragonés.

Un mundo sumergido en las aguas

Moncada se marchó de Mequinensa y acabó creándose un nuevo mundo a Gràcia (donde acabarían viviendo también los otros miembros de su familia). Pero la clave del éxito de las obras de Moncada es cómo refleja el universo de Mequinensa, un mundo que él exploró a través de la historia oral y de la revisión de documentos. El protagonista real de la obra de Moncada es su pueblo natal, descrito a través de las diversas épocas (y, por extensión, el Ebre, ruta fluvial de sus tramas). Un universo mítico, porque el viejo pueblo quedó sumergido en la construcción del pantano homónimo. Muchos de los lugares que cita en sus novelas, pero también su propia casa están ahora en el fondo del pantano. En cambio, la Franja como tal es poco presente en la obra de Moncada, porque se trata de un territorio disperso, con poco contactos de una parte a otra (él mismo desconocía alguno de los territorios aragoneses catalanohablantes).

Llauts en Mequinenza

Por libre

Marc Biosca define muy bien Moncada al mencionar que era alguien que iba "por libre". Era un escritor al margen de corrientes y de grupúsculos (confesaba que leía pocas novedades de literatura catalana y que era aficionado a comprar en las librerías de viejo y en el Mercado de Sant Antoni, mayoritariamente traducciones de literatura universal). Los especialistas lo incluyen a la "generación de los setenta" sólo por las fechas en que empieza a publicar, pero en realidad tiene muy poco en común, por ejemplo, con un Ferran Torrent (a pesar de la amistad que los unía). Siempre intentó controlar su producción literaria, rechazando presiones de los editores. Explica Biosca que cuando RBA compró la editorial donde publicaba Moncada, La Magrana, lo presionaron para que publicara una novedad cada dos años. Moncada se negó. Quería hacer los libros a su ritmo y no sentirse obligado. La clave de la perfección de sus obras era el trabajo que le dedicaba: revisaba los originales una y otra vez y llegaban al editorial prácticamente sin necesidad de correcciones.

Independentista

Jesús Moncada pasó por el PSAN, como su editor Carles-Jordi Guardiola, de La Magrana. No duraría mucho tiempo allí, pero se mantendría en contacto con muchos de sus antiguos compañeros de militancia. En los agitados tiempos de la transición, en la que muchos intelectuales se pasaron a partidos políticos e incluso consiguieron ocupar cargos públicos bien remunerados, Moncada rechazó dar este paso. No quería distracciones en su vocación literaria. Los que lo conocían Moncada explicaron a Biosca que siempre tenía conectado el contestador automático y que sólo respondía si en aquel momento tenía ganas de hablar con la persona que llamaba.

Conexiones

La gran aportación del libro de Biosca es ofrecer conexiones sobre la vida de Moncada. Es muy relevante, por ejemplo, su etapa de adolescente, formado en una escuela de la familia Labordeta. Y muy interesante su relación estrecha con Pere Calders en el editorial Montaner i Simón (a partir de la cual establecería amistad con Tísner y otros personajes reanimados del exilio). También ayuda a entender al personaje la explicación de sus problemas económicos y de la realización de trabajos como "negro" editorial (y el trato privilegiado que le dio durante algún tiempo La Magrana). Y es muy clarificador entender la relación de Moncada con el mundo del arte (un aspecto que ya había trabajado Pagès Editors en un libro anterior de Mercè Biosca sobre sus dibujos). Jesús Moncada, mosaic de vida nos ofrece también detalles curiosos de la vida del autor, por ejemplo, u afición por traducir novela erótica.

La incógnita Moncada

Hasta ahora sabíamos muy poco sobre Moncada. Ahora, gracias al libro de Marc Biosca, sabemos mucho más sobre el entorno de Moncada: la estrecha relación con su familia, la influencia de sus compañeros de trabajo en Montaner y Simón, la vida de joven en su pueblo, su formación académica... Tenemos piezas que nos ayudan a contextualizar al autor. Y, a pesar de todo, nos queda la sensación de que Moncada sigue siendo un enigma. ¿Qué pensaba y qué sentía el de Mequinensa? ¿Cuáles eran sus ilusiones? ¿Qué papel jugaron sus amores? ¿Era realmente un hombre centrado sólo en escribir sus obras literarias o escondía grandes secretos en el fondo de su corazón? No parece que haya dejado documentación que nos ayude a entender mejor sus pensamientos íntimos. Para conocer mejor a Moncada, sin duda uno de los grandes escritores catalanes del siglo XX, deberemos leer o releer Camino de sirga, Historias de la mano izquierda, El café de la rana o cualquiera de sus obras. Siempre es un placer.