El historiador israelí Yuval Noah Harari, famoso por su obra Sàpiens, está en Barcelona para presentar su último libro, Homo Deus. Breve historia del mañana (Debate Editorial). En esta obra, el historiador israelí trata de analizar cómo será el siglo XXI, a partir de las tendencias que aparecen en este principio de siglo. Mañana, martes, Yuval N. Harari participará en las Converses a la Pedrera, donde será presentado por el físico Jorge Wagensberg. Este ciclo, que en ocasiones anteriores ha llevado a Barcelona a grandes figuras del pensamiento contemporáneo, contará en esta edición con la cosmóloga Lisa Randall, el escritor Erri de Luca y la historiadora Benedett Craveri. Podéis comprar las entradas para participar en las Converses por internet.

Historiador estrella del momento

Harari, que empezó a trabajar en el ámbito de la historia medieval y de la historia de la guerra obtuvo un gran éxito de público cuando se pasó a la historia del mundo. Su tono didáctico y su capacidad para ofrecer una visión global de los procesos históricos permitió que Sàpiens se convirtiera en un best-seller y fuera traducido a una treintena de lenguas. Este profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén se ha convertido en uno de los pensadores más destacados de este principio de siglo XXI. Con Homo Deus, Harari aprovecha sus conocimientos sobre el pasado para preguntarse sobre el futuro.

Para una persona corriente en muchos lugares del mundo es más fácil morir por un exceso de MacDonalds que por un ataque de Al Qaeda

Optimismo moderado

El libro, que en muchos fragmentos puede llegar a alarmar, se inicia con una nota de optimismo. Harari cree que en las últimas décadas la humanidad ha conseguido ir controlando los fenómenos que más angustia le habían creado en los últimos milenios: el hambre, la peste y las guerras. No se han resuelto del todo estos problemas, y se ha de perseverar para acabarlos, pero Harari afirma que "hay más gente que muere de comer demasiado que de comer demasiado poco" y añade que "para una persona corriente en muchos lugares del mundo es más fácil morir por un exceso de MacDonalds que por un ataque de Al Qaeda".

Nuevos retos

Harari está convencido de que en el siglo XXI la humanidad buscará nuevos retos, y el principal será la inmortalidad. El hombre querrá superar la muerte y la vejez y así conseguir acercarse a los dioses (de aquí el título de su obra, Homo Deus: cree que el tiempo del Sàpiens ya se acaba). Asegura que ya hay empresas, como Google, que están investigando de forma muy seria la posibilidad de prolongar indefinidamente la vida. Y eso, según Harari, provocará grandes cambios, en el ámbito social y económico (de hecho, este ya es un problema socio-económico grave, hoy por hoy). Si la gente vive doscientos años, deberá cambiar su vida laboral, sus relaciones familiares, su proyecto de vida...

En busca de la felicidad

Para Harari el sentido de la vida moderna es la continua búsqueda de la felicidad, pero está seguro de que ésta será más difícil de conseguir que la inmortalidad, porque para alcanzar la inmortalidad sólo hay que conocer el cuerpo, y para llegar a la felicidad hay que conocer la mente, mucho más misteriosa. Advierte, además, que en la sociedad actual se consigue felicidad mediante el consumo, pero que este planteamiento no es sostenible: el consumo no puede crecer indefinidamente o iremos hacia una catástrofe ecológica. En realidad, ni siquiera es viable que los habitantes de los países emergentes lleguen a nuestros niveles de consumo (una reivindicación lógica y justa). Harari sospecha que cada vez será más habitual llegar a la felicidad mediante drogas y otros estímulos artificiales.

Catástrofe

Harari cree que el riesgo de catástrofe ecológica es evidente, especialmente por el calentamiento global, y cree que la humanidad a aprendido muy poco de los problemas medioambientales del pasado. Asegura que los acuerdos de París lo único que han hecho es aplazar una actuación que no puede retrasarse más, porque en los últimos años no han parado de crecer las emisiones de gases invernadero. Hoy por hoy, según Harari, sólo se puede detener el calentamiento mediante la paralización del crecimiento económico. Y eso, ningún gobierno está dispuesto a hacerlo, porque sin duda si lo hiciera perdería el poder.

El fin de la biología

Harari asegura que el hombre está adquiriendo cualidades que tradicionalmente había reservado a los dioses. Está creando vida: nuevas plantas y nuevos animales, como lo hacía el Dios del Génesis. Pero además tiende a fusionar su biología con conocimientos de técnica inorgánica. El historiador israelí asegura que las técnicas que los médicos están usando para recuperar a enfermos, acabarán usándose para mejorar a las personas, y está convencido que los humanos terminarán articulándose con la inteligencia artificial. Asegura que dentro de unos años, "nos preguntaremos qué personalidad queremos comprar".

Control

Uno de los grandes miedos de Harari es que el hombre vaya perdiendo capacidad de decisión ante una inteligencia artificial que acabe conociéndolo mejor de lo que él mismo se conoce. Y asegura: "El humanismo se acabará cuando se crea que hay un algoritmo que sabe mejor que nosotros lo que necesitamos. El hombre dejará de ser quien decide con sus sentimientos e intereses, y eso será el fin". Y asegura que ya estamos en el camino en esa dirección: Hay aplicaciones de Kindle que incluyen el reconocimiento visual del lector, y que pueden llegar a controlar qué tipo de emociones tiene en cada momento. Esto permitirá a las grandes corporaciones tener un control absoluto de los individuos.

Un mundo desigual

Harari apunta que las desigualdades, que se están disparando a principios del siglo XXI, todavía crecerán más en el futuro. La inmortalidad no estará al alcance de todo el mundo, sino sólo de los privilegiados. Harari apunta que en el futuro es posible que las clases sociales se conviertan también en clases biológicas, que los ricos y los pobres sean diferentes biológicamente y mentalmente. Y asegura que una vez se abra esta brecha será muy complicado cerrarla. Advierte que hay muchas críticas al capitalismo, algunas de ellas muy legítimas, pero que todavía no hay ninguna alternativa creíble.

Todo es posible, todavía

El mundo que perfila Harari no es muy atractivo. En realidad, él reconoce que si perviven las tendencias actuales pueden ser altamente negativo, pero apunta que si él se dedica a pensar en eso es porque "todavía podemos hacer alguna cosa. El futuro está en nuestras manos". Harari cree que hay que conocer hacia dónde va el mundo para prevenir su deriva. Y añade que confía, de cara al futuro, en los poetas, en los cineastas y en los artistas, más que en los científicos, porque "los creadores mueven los sueños y los sueños son la llave para hacer cosas en el mundo". Harari es un pensador para leer o para escuchar: vale la pena pasarse a oírlo en la Pedrera o conseguir Homo Deus. Breve historia del mañana.