Hace cerca de un cuarto de siglo que murió el escritor y dibujante Pere Calders. En este tiempo las obras de Calders, especialmente sus libros de cuentos, no han dejado de reeditarse. Las ediciones de bolsillo de sus obras continúan estando presentes en las librerías medianas y grandes. Y no faltan los profesores con buenas intenciones que incluyen a Calders entre las lecturas obligatorias que imponen a sus alumnos. En realidad, algunas de las obras de Calders han sido publicadas en ediciones escolares. Ahora, Nórdica publica una nueva antología de sus cuentos: Cosas aparentemente intrascendentes, y aparece simultáneamente en catalán y en castellano. La edición prescinde, muy acertadamente, de prólogo y cuenta con unas interesantes ilustraciones de Comotto.

La maleta marinera

Ilustración de Comotto para Cosas aparentemente intrascendentes.

Más allá de los institutos

Por desgracia, a menudo Calders ha sido clasificado como autor a leer a los institutos: lectura obligada y poco motivada. Si para algunos jóvenes lectores eso ha sido una suerte, porque Calders les ha abierto las puertas a la buena literatura, quizás ha sido una desgracia para los libros de Calders, relegados a una categoría de segunda: los libros recomendados en la escuela, ni de lejos tan interesantes como los best-sellers (especialmente si sus autores se pasean por los platós de televisión). Pero las obras de Calders son absolutamente complejas. Se pueden haber leído en la adolescencia con deleite, y releerlas a la edad adulta y encontrarles nuevos matices, riquezas desconocidas que antes se te habían escapado. Los cuentos de Calders son extremadamente finos, inteligentes, complejos, imaginativos... No sobra ni una palabra, no sobra ni una coma. Son redondos. Pero, simultáneamente, usan un lenguaje sencillo, sin pretensiones, y son aptos para casi todos los públicos.

El «Hedera Helix» Calders Comotto

Ilustración de Comotto para Cosas aparentemente intrascendentes.

Un ilustrador para otro ilustrador

Pere Calders era dibujante. Había colaborado con revistas ilustradas ya antes de la guerra. Y, a pesar de todo, no había ilustrado estos cuentos, quizás porque muchos de ellos reflejan estados de ánimo, incertidumbres... Sin duda, no son cuentos fáciles de ilustrar. Todo un reto, pues, para Agustín Comotto, el ilustrador argentino residente en Catalunya que ha decidido asumir este desafío. Y lo ha superado con algunos dibujos que tratan más de transmitir el espíritu de las historias de Calders que sus mismas historias.

El desierto Calders Comotto

Ilustración de Comotto para Cosas aparentemente intrascendentes.

Reeditar a un grande

Siempre es de agradecer que se reedite a un gran autor. Y Calders era un autor grandioso, tremendo. Los cuentos que se presentan en este volumen fueron escritos entre 1955 y 1984. Y podrían haber sido escritos hoy (incluso hay algunos que entroncan con la modernísima fascinación por las realidades virtuales). Calders no caduca y con toda seguridad sobrevivirá a tantos y tantos éxitos de ventas de nuestros días. Los cuentos de Calders se recuerdan. Diez, veinte o treinta años después de leerlos, todavía te pueden venir a la mente algunas de sus historias chocantes. Y eso pasa con muy pocos autores. Por otra parte, Nórdica ha sabido publicar una magnífica antología, haciendo una muy buena elección entre cuentos de diferentes libros. Y, además, ha hecho una cosa tan poco usual como publicar un autor catalán, al mismo tiempo, en catalán y en castellano. Calders vuelve a estar a nuestro alcance, y con una gran edición. Aprovechémoslo.