Ángle Editorial publica, en catalán, Color de llet, de la inglesa Nell Leyshon, una novela corta centrada en la Inglaterra rural del siglo XIX (en castellano, en Sexto Piso). Una obra que nos sitúa en una situación de explotación extrema. La protagonista es pobre, es menor de edad y es mujer. Y la conjunción de estos tres elementos la lleva a la peor de las situaciones. La gran virtud de este libro es que, a pesar de tocar un tema tan sensible, rehúye el sentimentalismo.

Un Dickens en primera persona

Una de las curiosidades de este libro es que se presenta como una historia en primera persona. El libro simula ser la transcripción del cuaderno escrito poer una adolescente casi analfabeta y, a pesar de las dificultades, acaba siendo bastante verosímil. La brevedad de las frases, con reproducciones literales de los diálogos, acaba dotando de mucha fuerza al texto. Una historia sorprendente en la que los adjetivos están ausentes, porque la protagonista, Mary, se limita a transcribir hechos, prácticamente sin valorarlos. Explica su historia, a partir de cuándo ella tenía quince años, y vivía con su familia en una paupérrima granja rural, hasta unos meses después. Ella, coja, es la más desdichada de una familia que no tiene suerte en nada. Y a pesar de todo esta adolescente, muy espabilada, ni se resigna ni se compadece de sí misma y nada consigue sacarle la alegría de vivir. Leyshon describe una situación extremadamente dura, con trabajo infantil, falta de atención a los niños, discriminación de las mujeres, maltrato a los viejos... Un universo terriblemente duro, donde la pobreza material se combina con la falta de sentimientos.

La fragilidad de la infancia

En los últimos años se han multiplicado las obras sobre los niños sometidos a condiciones indignas: explotación laboral, trabajo infantil, abusos sexuales... Parece ser que vuelve a salir a la luz que hay muchos niños que no han tenido derecho a la protección que les tendría que suministrar su sociedad. Nell Leyshon pone el ejemplo de una situación de explotación extrema, derivada, entre otras cosas, de la pobreza extrema de la familia de los niños y del clasismo imperante. Color de leche es un grito, todo él, en favor de la justicia social.

Sin concesiones

Era fácil, con los elementos que barajaba Leyshon, contruir una historia cargada de sentimentalismo, recreándose en el dolor de la protagonista o buscando a cualquier precio un final feliz. Nel Leyshon consigue no caer ni en una tentación ni en la otra. La protagonista es una niña muy inteligente y cargada de orgullo y de dignidad, que hace ostentación de un admirable espíritu de lucha. Pero las cartas que le da el destino para enfrentarse a su futuro son pocas, y están marcadas. Leyshon es capaz de eludir los riesgos que ofrecía esta obra y cerrar un texto contundente y claro. Un grito desgarrador al oído del lector.