La editorial Males Herbes ha reeditado un libro catalán de 1930: La ciutat de la por, de Joan Crespi i Marí. Se trata de una obra extremadamente curiosa, bien alejada de lo que solía ser la literatura catalana en la época. Es una especie de remake de las obras europeas de temática china (como las célebres novelas de Fu Manchú). Pero La ciutat de la por no se limita a reproducir la imagen estereotipada del pérfido chino, sino que intenta reflejar lo que era China en la época.

Opio, torturas y chinas sensuales

La ciutat de la por es un libro documentado. Nadie sabe si Crespi visitó China o no, pero lo que está claro es que estaba muy informado sobre este país. Hace unas descripción esmerada de cómo era la ciudad de Cantón (la actual Guangzhou) en los años 1920 y retrata muy bien la situación política de China. Pero simultáneamente, usa con habilidad todos los tópicos bien conocidos por los lectores de la época: "Cada chino esconde un espía o un asesino", explica uno de sus personajes en un momento determinado. En La ciutat de la por se encuentra todo lo que esperaba encontrar a un europeo cuando leía novelas sobre China: un fumadero de opio, un grupo mafioso dirigido por un jefe misterioso, el uso de torturas chinas, una bella joven desvalida, unos fieles ayudantes chinos que ayudarán al protagonista catalán...

Bajo la estela de Fu Manchú

La ciudad de la por se inspira claramente en las novelas de aventuras ambientadas en China y protagonizadas por siniestros mafiosos. Entre estas obras, las más populares eran las de Fu Manchú, el famoso personaje de Sax Rohmer. La primera novela de Fu Manchú apareció 17 años antes que el libro de Crespi, y en seguida tuvo mucha repercusión, aunque no llegó a la gran pantalla hasta 1932 (con Boris Karloff de protagonista). Pero la primera traducción española de las obras de Rohmer es de 1929, un año antes de la publicación de Crespi. Es muy probable que Fu Manchú inspirara directamente a Waï-Kung, el malvado de La ciutat de la por. Y es posible que el autor se inspirara también en Las tribulaciones de un chino en China de Julio Verne. Pero Crespi no necesitaba recurrir a Sax Rohmer ni a Verne. Como explica en el epílogo de este libro el sinólogo Carles Prado-Fonts, los catalanes seguían con interés la realidad de China y producían sus propios textos sobre este país. Incluso Josep Maria Folch i Torres utilitzar el personaje del pérfido delincuente chino (Yam-An-Wist) en sus obras del detective Bolavà. La opinión de Folch i Torres sobre los chinos era diáfana: "Los chinos son la gente más pérfida que uno pueda imaginar. Son de aquellos que tiran la piedra y esconden la mano. Debajo de una superficie de afecto y de humildad, si no te engañan és porque no pueden. En general el chino es así, pero eso no quiere decir que no haya chinos buena gente, chinos francos y chinos sinceros, aunque éstos son la excepción".

Patas para arriba

Frente a la mayoría de los escritores de novelas de aventuras, que se declaraban a favor de los europeos en cualquier circunstancia, Crespi ofrece una visión mucho más matizada del "progreso": "El progreso se ha introducido y utiliza todos sus métodos: buenos y malos, para consolidar la nueva conquista [...] Es una de las fases del progreso: el progreso combatiendo a la barbarie por la barbarie, con razón o sin ella". En realidad, su libro, que empieza como la típica novela de aventuras, acaba de forma muy diferente, con una reflexión sobre cómo era la China de aquellos momentos, con la presencia de la industrialización, las injerencias extranjeras, la lucha entre comunistas y nacionalistas...

El misterio está aquí

Lo más misterioso de La ciutat de la por no se encuentra en la trama de la novela, sino en la misma figura del autor. No se sabe casi nada de Joan Crespi i Martí. No publicó ningún otro libro. No aparece citado en ningún diario de la época. No lo mencionan otros intelectuales coetáneos suyos. No hay ninguna referencia suya en los archivos del Estado... Sabemos que Crespi envió la novela al concurso literario que organizaba la colección "Les ales esteses". No lo ganó. El jurado prefirió una obra de Xavier Benguerel, Pàgines d'un adolescent, y dio el segundo premio a Crespi. Parece ser que el autor estaba gravemente enfermo, y el editor hizo publicar de inmediato la obra. Crespi pudo verla impresa y murió poco después.