Toni Batllori y Miquel Ferreres, los caricaturistas, dibujantes, llámales B, de La Vanguardia y de El Periódico, han coincidido este miércoles. No podía ser de otra manera. El tema de sus viñetas es El Tema. Los dos lo ven de manera parecida pero, claro, no lo dicen de la misma manera:

Polonia ha puesto las cosas cuesta arriba para los caricaturistas de diarios y revistas. El gag de televisión puede permitirse el lujo de la sal gorda. De alguna manera, lo compensarán la potencia de los recursos audiovisuales y la producción. En un diario, el caricaturista también tiene que señalar que el rey va desnudo pero sus armas son más modestas: tinta y papel. Toda la fuerza de sus tiras depende de la sagacidad de las metáforas y paradojas, del ingenio de los sobrentendidos, de la perspicacia en el detalle. Casi todo es guión.

La gracia de esta pareja es que triunfa en diarios donde el contenido de sus dibujos contrasta (o, directamente, choca) con la línea editorial, con los mismos titulares de portada. No sólo este jueves. Eso también habla bien de sus diarios, naturalmente. Por contraste, siempre sobre El Tema, vienen a la cabeza viñetas recientes de El Roto y de Peridis: dibujos en fila india tras la línea editorial del diario para el que trabajan, El País.

Batllori y Ferreres son, tantas veces, un madero salvador en medio del mar. Hacen de editorial cuando el editorial no es más que una contorsión o un solo de violín, o son contrapunto de crónicas y reportajes más o menos orientados.

Es un contrasentido contemporáneo: el humor te explica las cosas serias y según qué información te mata de risa. Batllori ha dicho alguna vez que no le hace gracia que le digan que su tira ahorra leerse el texto. De acuerdo. Gracias por la cortesía. Pero para muchos de sus lectores, algunos días, es una suerte.