El 26 de noviembre de 1415, el duque de Girona, el futuro Alfons el Magnànim, firmó una carta de recomendación a Tomàs de Saba, "procedente de la India", que había llegado a Perpinyà. Es la primera constancia que tenemos, pues, de la llegada de los gitanos a tierras catalanas. En aquel periodo, sabemos también que llegaron a Roma, a París, a Nuremberg... Era el periodo de expansión de los gitanos. Con motivo de este aniversario se ha convocado la celebración del sexto centenario de noviembre de 2015 en noviembre de 2016, bajo el lema 600 anys del Poble Gitano a Catalunya. Un poble dins d'un país. Con motivo de este acontecimiento, se ha previsto la celebración de una exposición, la grabación de un documental, varias charlas, actividades para escuelas, la creación de un centro de documentación sobre los gitanos en Sabadell...

De la bienvenida a la marginación

Cuando los gitanos llegaron, fueron bien recibidos. Sus líderes fueron asimilados a señores feudales. Pero muy pronto despertaron suspicacias: a los payos no les gustaba su dedicación a artes mágicas ni, sobre todo, su nomadismo. Los Reyes Católicos ya los exigieron que se sedentarizaran: se quería que los gitanos fueran mano de obra barata para los señores feudales, pero se negaban, y se especializaron en la venta ambulante y en trabajos artesanales, que hacían de forma itinerante. En muchos países europeos tenían problemas: fueron expulsados de Francia en 1504 y de Inglaterra en 1531...

La persecución

En el siglo XVI se empezó a usar la "encomienda" con los niños gitanos: eran entregados a los señores feudales, que los obligaban a trabajar y, a cambio, se comprometían a "civilizarlos". Felipe V, en 1717, decidió que los gitanos se habían de sedentarizar y estableció unas determinadas poblaciones donde tenían que residir obligatoriamente. Los Borbones, muy "modernos" consideraban el nomadismo como la puerta de la ociosidad, y la ociosidad como la causa de la delincuencia, y por eso estigmatizaban a los gitanos. En consecuencia elaboraron "leyes de vagos y maleantes", que permitían el encarcelamiento y los trabajos forzosos de los gitanos.

La batida general de gitanos

En 1749 estuvo la mayor operación antigitana de la historia de España: la que se conoció como "Gran Redada" o "Prisión General de Gitanos". La operación para "extinguir" a los gitanos se planificó en secreto con el fin de aplicarla simultáneamente en todo el Estado. Se dictó que se condenara a todos los hombres gitanos a trabajos forzados en arsenales de la Marina, y a los niños y a las mujeres en fábricas del Estado: se les quería separar para que no nacieran más gitanos. Sus bienes tenían que ser subastados y los beneficios irían para el Estado. La mayoría de los gitanos urbanos fueron encarcelados. Algunos fueron liberados por las presiones de sus municipios. A los presos sólo se les indultó en 1765. Muchos habían muerto como consecuencia de los trabajos forzados.

La persecución de la lengua y las costumbres

Cuando los gitanos llegaron a Catalunya, hablaban romaní, una lengua de raíz indoeuropea próxima al hindú. Más tarde, empezaron a utilizar el caló, que sobre una base románica, añadía palabras romanís: hay un caló catalán y un caló castellano. Pero las instituciones persiguieron duramente la lengua de los gitanos. Como consecuencia de la persecución, el romaní fue perdiendo fuerza, y el caló se usaba sólo en círculos íntimos. Con el tiempo la lengua de comunicación de los gitanos catalanes fue el catalán. De hecho existe un "català agitanat", una forma particular de hablar el catalán de los gitanos. En la Catalunya Nord, el catalán forma parte de los símbolos de identidad gitana, en una sociedad donde el catalán es muy marginal. De hecho, en Perpinyà, al catalán, a veces lo llaman "parlar gitano".

La folclorización

Los gitanos españoles evitaron el genocidio puesto en marcha por los nazis y que provocó la muerte de medio millón de personas (lo que en romaní se denomina porraimos, "la devoración", y que no ha recibido el reconocimiento que ha recibido el Holocausto judío). Tampoco sufrieron campañas de esterilización, como las sufridas en Suecia. Pero a pesar de todo se les sometió a altas cuotas de marginación. Aunque había una imagen de enaltecimiento del gitano folclórico (asociado al flamenco, a la figura de Carmen...), eso era compatible con una estigmatización absoluta del gitano real, condenado a hacer trabajos marginales y a vivir en las zonas más pobres. Y, además, siempre considerado como un delincuente.

La situación actual

Los colectivos gitanos viven, mayoritariamente, en zonas marginales, con pocos servicios. Hay, pues, una segregación de facto. Uno de los elementos más preocupantes entre los gitanos es el del acceso a la educación: según las mismas organizaciones gitanas, tan sólo 3 de cada 10 gitanos acaban la educación secundaria obligatoria. La complicada situación conduce a algunos gitanos a la delincuencia: una de cada cuatro presas españolas era gitana, aunque las gitanas sólo son un 1,4 % de la población española.  Y las condiciones de vida pésimas también tienen repercusiones directas sobre la esperanza de vida de los gitanos. En Europa, por término medio, viven 10 años menos que el resto de los ciudadanos.

El infierno europeo

Se calcula que hay entre 10 y 12 millones de gitanos en Europa (de 6 a 8 en Unión Europea). En algunos países, como Grecia y Hungría, los niños gitanos son escolarizados aparte, bajo el pretexto que hacen bajar el nivel general de educación: el resultado es que su nivel educativo es ínfimo. Ha habido duros episodios de persecución de los gitanos en Kosovo, en Eslovenia, en Polonia y en Hungría (en este país la ultraderecha persigue duramente a los gitanos con la complicidad del gobierno). La población de ciertas zonas, mediante campañas racistas, ha exigido, y en ocasiones ha logrado, la expulsión de los vecinos gitanos. Los gitanos que huyen del Este europeo no han sido bien recibidos en el resto de la UE. Francia e Italia han aplicado normas para perseguir a los gitanos procedentes del extranjero que intentan instalarse en su territorio.

Bandera gitana

"Un pueblo dentro de una nación": la inauguración

La Generalitat ha convocado los actos del bicentenario con cierto retraso (de hecho, el aniversario se celebraba el año pasado, y justo ahora se presenta el año dedicado a este acontecimiento). Y, sorprendentemente, una celebración de este tipo es organizada por Bienestar Social, y no por Cultura o por el Memorial Democrático. Parece ser que todavía consideramos que todo aquello que tiene relación con los gitanos tiene que ver con el asistencialismo. En el acto de presentación del año, presidido por el vicepresidente Oriol Junqueras y por la consellera de Treball, Afers SocialsFamíliesDolors Bassa. La presencia de los representantes gitanos en el Palau de la Generalitat era una demostración de buena voluntad, como lo es el hecho de que el Estatuto de 2006 establezca la necesidad de respetar el pueblo y la cultura gitana. Y es muy positivo que se reconozca la catalanidad de la cultura gitana y la dimensión pluricultural de la catalanidad. Pero también es cierto que al acto de los 600 años no hubo ningún reconocimiento, por parte de los dirigentes políticos catalanes, por la persecución a que se ha sometido a este colectivo.

 

Portada: Vincent van Gogh. La caravana. Campamento gitano cerca de Arles.