El muy influyente economista Ray Dalio, presidente de Bridgewater Associates, el mayor fondo de cobertura o "hedge fund" del mundo y, a quien la propia Reserva Federal tienen muy en cuenta, ha indicado en una nota reciente que "hemos llegado al fin de una era y comenzado otra nueva". Lo que vamos a dejar atrás, dice, es el apoyo de los bancos centrales a los mercados que han llevado los tipos de interés a cero y bombeado dinero a un sistema que ha disfrutado de efectivo abundante. Todo en aras de impulsar el crecimiento. Pero ¿qué vendrá después? ¿Otra versión de presunta normalidad? ¿O caer en la trampa en que cayó Japón para evitar la deflación. Esta es la gran pregunta que atormenta al mundo financiero y a las autoridades económicas.

La subcontratación de estas cadenas de suministro expande drásticamente la elasticidad de la curva de la oferta global

Las primeras señales de un cambio de actitud en los bancos centrales que parecían dispuestos a poner fin a una política monetaria ultra laxa fueron bien recibidas por las bolsa, ya que las interpretaron como una vuelta a la normalización económica general. Ésta debería venir de la reflación, o lo que es lo mismo, del alza general de la inflación en las principales economías acompañando al crecimiento.

Pero tal reflación no se ha producido. El IPC en mayo de EE.UU. fue del 1,87%, con una tasa de inflación acumulada en 2017 del 1,4%. Visto más de cerca, lo que ha crecido es el precio de las viviendas (el 3,1%) anual mientras las partidas de vestido y calzado retrocedían el 0,9%. La inflación en Europa en junio del 1,4% y en Japón su figura es plana.

¿Por qué ocurre esto? Según Stephen Roach, expresidente de Morgan Stanley en Asia y profesor de Yale, la sorpresa de la inflación en 2017 revela tres claves esenciales, entre ellas que "el mundo está atestado de una oferta excesiva de cadenas de suministros globales cada vez más fragmentadas. La subcontratación de estas cadenas de suministro expande drásticamente la elasticidad de la curva de la oferta global". Puede aumentar el crecimiento sin que suba inflación. De este modo, agrega, se crea un "telón de fondo de una oferta siempre en expansión" que no puede absorber la demanda. "El desequilibrio resultante es intrínsecamente deflacionario", indica.

El incremento de la deuda puede haber favorecido el consumo y el crecimiento, pero no llega a cubrir la sobreproducción

Cuando hace unas semanas Mario Draghi fue mal interpretado en el sentido en que se creyó que estaba dispuesto, aunque no de inmediato, a subir tipos y detener la compra de bonos, a lo que se refería en realidad era a que las tensiones inflacionistas superaban ya a las fuerzas deflacionistas. Su preocupación era la deflación, no la de preparar una nueva agenda para los próximos meses. Así lo acaba de aclarar el economista jefe del BCE, Peter Praet, para quien "aún falta mucho para revivir la inflación de la zona euro".

Para entender esa insuficiencia de la demanda, el Instituto Internacional de la Finanza (IIF) ha advertido que la deuda global se ha disparado a 190 billones de euros, el 327% del PIB mundial. Las economías más desarrolladas sumaban en marzo una deuda total de 140,7 billones de euros. El incremento de la deuda puede haber favorecido el consumo y el crecimiento, pero no llega a cubrir la sobreproducción.

Ray Dalio, en estas tesituras, no prevé "una gran burbuja de deuda estallando el corto plazo" por una subida rápida de tipos.

La trampa de la liquidez (cuando tipos muy bajos no estimulan la demanda) puede ser mucho más peligrosa en la nueva era

 El Banco de Japón ha indicado que "comprará deuda soberana de forma ilimitada" para calmar a los mercados. Por su parte, el vicegobernador del Banco de Inglaterra, Jon Cunliffe, dijo el miércoles que ahora no es momento de aumentar las tasas de interés por la acumulación de imponderables, en medio de una profunda división dentro del banco central sobre la necesidad de subir los costos de endeudamiento.

Desde este prisma, Ray Dalio sugiere que los inversores se enfrentan a un periodo más arriesgado. "Nos toca seguir bailando, pero más cerca de la salida y con un ojo muy atento en las hojas de té". En su opinión, aunque a corto no hay amenazas graves, "vemos una cada vez mayor Gran Corrección".

Como dice Stephen Roach, "hay mucho por ganar si se estudian cuidadosamente las lecciones de Japón". Por eso se muestra partidario de la línea de Janet Yellen y su determinación en normalizar la altura de los tipos. La trampa de la liquidez (cuando tipos muy bajos no estimulan la demanda) puede ser mucho más peligrosa en la nueva era, donde la falta de armonía de los bancos centrales parece cada vez más evidente.