Jorge Javier Vázquez fue uno de los primeros personajes televisivos en mostrar su dolor por el atentado de Barcelona.

Lo hizo sin necesidad de palabras, ni de imágenes: tan sólo el nombre de la ciudad escrito en blanco y enmarcado en un fondo negro. La oscuridad fue, como tantas otras personas, lo que sintió justo después del ataque.

Días después de los hechos, ha querido rendir su particular homenaje a la ciudad, y lo ha hecho desde las vivencias personales.

Entre estas, el badalonés recuerda las "connotaciones mágicas" que tenía Barcelona cuando su padre le decía que se iban a la capital. Barcelona significaba viajar en metro y subir las escaleras mecánicas de los grandes almacenes. Significaba ir a las cabalgatas de Reyes y pasear los domingos por la mañana precisamente por La Rambla.

A diferencia de la Barcelona de cuando era niño, Jorge Javier asegura que descubrió otra ciudad al entrar en la universidad. "Tuve la suerte de estudiar mi carrera en la Universitat Central, en plena Plaça Universitat. Añoro esa Barcelona húmeda y sensual en la que gocé y quemé mi primera juventud", deja claro. También relata que "cuando caía la tarde" se perdía "por las callejuelas del Gòtic o las de Gràcia, uno de mis barrios preferidos".

 

Barcelona, qué bonita eres.

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Jorge Javier se muestra orgulloso de haber vivido en la Barcelona de los noventa "que cautivó el mundo gracias al empuje de unos Juegos Olímpicos, que la transformaron en una ciudad moderna." Dice que "no se difícil" amar una ciudad así. Lo que no puede entender es que alguna gente "intente sembrar el odio en un lugar que provoca tantísimo amor".